REVISTA DE POR ACÁ

Con el objetivo de mostrar la cultura regional en todos sus aspectos, apareció en su segunda época en 2007, en formato electrónico.

Puedes consultarla en línea aquí.

Ahora la puedes descargar, en formato pdf: volumen 1 y volumen 2.

viernes, 5 de julio de 2013

La acomodaticia línea editorial de "La Crónica"

Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

El artículo de Benedicto Ruiz Vargas, en La Crónica.
No recuerdo si era el año de 1998; me parece que más bien era 2001. El Partido de Baja California (PBC) se presentaba como una opción real de gobierno, en defensa de los intereses regionales y de la federalización. Su fundador, Jorge Núñez Verdugo, era articulista en el diario La Crónica, y yo fungía como su secretario en esa tarea.

A pocos días de las elecciones locales envió él a ese periódico un artículo donde invitaba a la ciudadanía a votar en forma razonada y darle al PBC la oportunidad de llegar a ser gobierno. El texto no fue publicado. La coordinadora del área en dicho diario (Elsa Camarero), me explicó por teléfono que en La Crónica no publicaban artículos donde se llamara a invitar por algún partido en particular. Sin embargo, ese mismo día, en la sección de "Sociales" apareció la columna de Consuelo Cañedo de Fiorentini (hija del candidato panista a gobernador en 1952, el doctor Francisco Cañedo). En su colaboración, la señora invitaba a pintar el estado de azul... 

Ante tal censura a su texto, Núñez Verdugo decidió ya no publicar más artículos en La Crónica. Solo envió uno más, para despedirse de sus lectores.

Casi tres lustros después, es evidente que muchas cosas han cambiado en ese periódico. Su campaña a favor de Fernando Castro Trenti está a ojos vistas. Hoy, viernes 5 de julio de 2013, en su sección editorial (la misma donde no se publicó aquel artículo pebecista de Núñez Verdugo) aparece un texto del politólogo tijuanense Benedicto Ruiz Vargas (titulado "Un voto por la alternancia"),, en el que habla de la necesidad de ya no votar por el partido en el poder. 

Es muy respetable su punto de vista. Pero al leer el texto podemos suponer que su invitación es a votar por el PRI, pues centra sus juicios negativos (y certeros) en el panismo gobernante y omite referirse al priismo (que desde 1989 no ha dejado de ser gobierno, en ayuntamientos y en el Congreso local), como si ese partido no tuviera el pasado que tiene, y como si la trayectoria de sus candidatos tampoco fuera digna de un análisis crítico. 

Muy lamentable, finalmente, la línea editorial de La Crónica, que ha obstaculizado la lucha de los bajacalifornianos por crear nuevas opciones electorales, como lo hizo hace más de una década. Y que desde hace varios años se ha puesto al servicio del poder político.

domingo, 20 de enero de 2013

Yolanda Sánchez Ogás: deuda saldada

La profesora Yolanda Sánchez Ogás con doña Petra Pérez
Hernández, quien fue esposa del líder agrarista Hipólito
Rentería.
Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar



Pasado el centenario de Mexicali, se suceden las celebraciones. Ahora corresponde a la siembra del algodón, ocurrida por primera vez en 1912. El cultivo que llegó a ser tan valioso entre los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, y que incluso por esa razón recibió el mote de “oro blanco”, cumple sus primeras diez décadas en estas abrasantes tierras.

El valle de Mexicali se convirtió en una gran pasión para Yolanda Sánchez Ogás. Lo recorre a menudo, lo conoce palmo a palmo, disfruta enormemente con la compañía de su gente, y sobre todo se sumerge con gran placer en el estudio de su pasado.

Las primeras semillas de esa inquietud se sembraron en ella desde que cursaba estudios en la Escuela Normal Fronteriza. Recuerda que a los alumnos los llevaban cada 27 de enero a la fiesta del ejido Michoacán de Ocampo, sin que les explicaran el origen ni el significado de tal conmemoración. Pero en el espíritu inquisidor de Yolanda las dudas no permanecen por mucho tiempo.

Ya dentro del Museo Hombre, Naturaleza y Cultura, del Gobierno del Estado, allá por 1983, por iniciativa propia decidió conocer la historia detrás del Día del Ejido y la festividad de esa fecha. Y ahí cambió su propia biografía. Siguieron años de investigación, de recopilación de evidencias, de conversaciones con sobrevivientes de la gesta agraria y pioneros de los poblados del valle. 

Su objetivo fue el ejido Michoacán de Ocampo, centro de gravedad porque el dirigente Hipólito Rentería y varios de sus compañeros habían fincado ahí su domicilio. Tras varios años de trabajar en el lugar, Sánchez Ogás motivó a los pobladores para que convirtieran en museo la vieja escuela primaria, que estaban a punto de demoler. Con la participación entusiasta de todos y el apoyo estatal, el 24 de octubre de 1989 abrió sus puertas el que llegaría a ser todo un centro cultural y destino de innumerables recorridos escolares.

La viuda del prócer Rentería Guillén jugó un papel fundamental en todo este proceso. Pero  antes Yolanda debió vencer su desconfianza. Doña Petra —como tanta gente— estaba harta del gobierno, y no quiso recibir a la profesora al saber que prestaba sus servicios al museo estatal. Pero tras un segundo, un tercer intento, Sánchez Ogás superó ese obstáculo, y así empezó entre ambas la que sería una profunda amistad de 17 años.
 
Después de muchas horas de amena plática se dio forma al libro Para seguir accionando (1990), poética autobiografía de doña Petra Pérez Hernández que conduce al lector de la mano por el Mexicali de los años treinta, le muestra el asalto a las tierras desde la perspectiva comparsa de una joven mujer y le presenta la vida comunitaria ejidal en su primera época.

En ese inicio de la década de los noventa, Sánchez Ogás ya se había convertido en una referencia obligada para quien quisiera conocer sobre el asalto a las tierras. Cuando desde el naciente diario La Crónica me propuse investigar acerca de la participación femenina en el movimiento agrario, necesariamente acudí ante ella. De inmediato desbarató el plan de mi reportaje, al explicarme cómo esa lucha de 1937 fue enteramente masculina, con la mujer actuando en segundo plano junto a sus hermanos, padres, esposos; y al poner en su justa dimensión a Felipa Velázquez, a quien erróneamente considerábamos la heroína de esa historia.

Y ha sido, durante años, labor incansable de la profesora el dar a conocer, por todos los medios posibles y en todos los foros a los que se le invita, qué fue lo que ocurrió en el valle de Mexicali en las primeras cuatro décadas del siglo XX. No ha cejado de investigar, tanto en libros como en archivos, además de proseguir con el rescate de las historias orales que habían permanecido expectantes. Conferencias, artículos para la prensa, ponencias en simposios, folletos, y, recientemente, chateos… Sin embargo, me parece que lo que más ha disfrutado Yolanda en estos más de veinte años han sido los recorridos en que ha guiado a niños y maestros por el museo comunitario, narrándoles y explicándoles todo el esfuerzo realizado por esos hombres valerosos que, conscientes de que arriesgaban su propia vida, se enfrentaron a la poderosa Colorado River Land Company y lograron mexicanizar el valle de Mexicali.

Hoy, Sánchez Ogás pretende saldar la que consideraba una deuda con ésta su tierra natal y con las personas que amablemente abrieron para ella sus arcones de recuerdos. Y el saldo lo cubre con creces. Nos entrega una nueva obra sobre el asalto a las tierras de 1937.

Pero en las páginas que siguen la profesora no se repite a sí misma. No trae a nosotros una mera reedición de escritos anteriores sobre el tema. No. Ya líneas arriba comenté que en todo este tiempo no ha cesado en su investigación.

Tomando como pretexto la siembra de las primeras quince pacas de algodón en el valle de Mexicali, en 1912 (por el estadounidense Joe Sherman, en hectáreas ubicadas donde seis años después se fundaría la colonia Zaragoza, al oeste de la capital del estado), la autora nos habla de los japoneses y los indostanos, grupos étnicos que, junto a los chinos, tomaron parte en el cultivo de esta región. Aclara además las diferencias entre el movimiento de 1930 y el de 1937, explicando que en el primer caso los manifestantes eran sindicatos campesinos que deseaban mejorar sus condiciones de trabajo, y en el segundo solicitantes de tierras que querían hacer valer el artículo 27 constitucional.

Nos cuenta también de la Cruz Roja Campesina; enfatiza en la difícil situación que se vivía en el valle de Mexicali como consecuencia de la crisis económica de 1929; nos habla sobre las colonias mexicanas que existían en el latifundio de la Colorado; hace mención de la propuesta del diputado californiano Charles Kramer, de que Estados Unidos comprara la península de Baja California…

Y nos presenta cómo nació la vida ejidal en el valle de Mexicali: el papel del gobernador Rodolfo Sánchez Taboada, la formación del Michoacán de Ocampo, las dificultades que tuvo que sortear esta organización de producción comunal. Destaca la vida de Hipólito Rentería, antes y después del 37; dedica un apartado a la fiesta del 27 de enero; escribe luego acerca de la labor de las mujeres dentro de sus comunidades y de la valiosa aportación de las escuelas rurales; recupera algunos corridos agraristas…

Fiel a su estilo, Sánchez Ogás estructura una narración amena, en la que da suma importancia a los testimonios de quienes participaron en los sucesos que relata. Porque el valle de Mexicali fue recuperado para México gracias al esfuerzo colectivo, y porque ella reconoce en cada suceso histórico ese esfuerzo individual que se amalgama con otros esfuerzos para transformar la vida social.

Es ésta, pues, obra trascendente para el conocimiento del pasado mexicalense. Yolanda Sánchez Ogás ya no debe nada, aunque seguramente seguirá aportando muchísimo más.


Mexicali, Baja California. Julio de 2012.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Ernesto Guevara: la tradición literaria y el tesón


Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar


Durante mi desempeño como profesor en los niveles de secundaria y preparatoria, de cuando en cuando me he encontrado con algún alumno que disfruta realmente de leer y escribir. He conocido a bastantes adolescentes con grandes habilidades para la creación literaria y la redacción de diversos tipos de texto; pero es muy lamentable que la gran mayoría de ellos subvaloran (o subvaloraban) esa maestría suya en el manejo de la pluma. Sin embargo –y aquí hay una excelente noticia–, no es éste último el caso de Ernesto Guevara Villarreal (Mexicali, 3 de septiembre de 1994).

Sentí un gran gusto la primera vez que estuve frente a un texto suyo, hace poco menos de un año. Era un cuento que me pidió que leyera. Supuse que esperaba también que le hiciera observaciones para corregirlo y mejorarlo, y procedí de ese modo… Durante varios días solo recibí silencio de su parte; ignoro la causa. Pero una tarde aproveché para preguntarle acerca de su obra escrita, y logré romper el hielo. Me mostró entonces un fragmento de su archivo, que hojeé con gran deleite; le elogié en ese momento –merecidamente– su gran destreza para manejar el lenguaje, y descubrí otra de sus muchas cualidades: la humildad para aceptar la crítica.

En las semanas y meses siguientes me brindó la oportunidad de acompañarlo un poco en su proceso creativo: un nuevo cuento, dos guiones teatrales y más de veinte sonetos, algunos de los cuales están recopilados en el presente poemario.

Para su narrativa, investigó acerca de la historia colonial de México, y dio forma al “Diario de un español incomprendido”. En la dramaturgia tuvo un importante fruto cuando sus compañeros de cuarto semestre de bachillerato decidieron montar una de sus obras (Versos malditos, escrita en coautoría con Alexis Medina), y lo nombraron director de la puesta en escena. En cuanto a la lírica, decidió hacer frente al reto de la métrica, la rima y el ritmo; descubrió que un poema, a pesar de ser breve, puede representar una gran complejidad, pero no se rindió. Y se lanzó a la búsqueda incesante de la palabra precisa, del acomodo adecuado de los acentos, de la similitud fonética entre los vocablos…

Contrario a la mayoría de los jóvenes de su edad, que centran en la pareja la temática de sus composiciones, Ernesto amplía sus fuentes de inspiración. Lo mismo escribe, sí, del desencuentro amoroso y de la pasión, que de una corrida de toros o del paisaje mexicalense; o retoma un discurso del Subcomandante Marcos para mostrar también él sus propias preocupaciones sociales. “Me gusta la poesía que sale del típico tema de amor”, me dijo en una entrevista virtual que le hice. Y me confió: “La poesía contemporánea en general no me gusta mucho”.

Lector incansable de narrativa (sus autores favoritos son Conan Doyle, Ruiz Zafón y Verne) y poesía (Bécquer, su preferido), recuerda que se inició “desde muy chico, creo que influenciado por mi familia, por ser el hermano menor de cinco y verlos leer; supongo que quería ver de qué se trataba”. En cuanto a su creación a través de las letras cuenta: “Siempre cuando me pedían en la escuela que escribiera algo lo hacía con mucho gusto, pero no salía de mí escribir, tenían que pedírmelo. Creo que fue hasta que ingresé a la paraescolar de Expresión Literaria, en mi primer semestre de preparatoria, cuando despertó un mayor interés a la escritura, pues ya desde entonces no he dejado de escribir”.

Este joven autor mexicalense sigue el camino recorrido por otros que a su misma edad ya prefiguraban una fructífera carrera literaria en nuestra ciudad. Y ha sido de gran influencia en su formación un ambiente del que han abrevado otros creadores cachanillas (poetas, narradores, dramaturgos, algunos hoy de renombre internacional): el Instituto Salvatierra, colegio de gran tradición en la capital bajacaliforniana. Ahí forma parte del grupo Crónicas de los Extraños, coordinado por la maestra Miriam Ibarra Páez.

Y representando dignamente a su escuela, obtuvo una mención honorífica en el “IX Concurso Estatal Intercobach de Cuentos en el Marco del 30 Aniversario de COBACH”, con su obra “La lombriz y su inquilino” (diciembre del 2011). Poco después (febrero de 2012) conquistó el primer lugar en el concurso interno de poesía de su preparatoria, con el texto “Soliloquio del insurgente”.

Ernesto sabe muy bien de su capacidad, pero tampoco pierde de vista que es necesario seguir aprendiendo. Y no tiene duda alguna de que el trabajo constante e incansable es la base de la solidez profesional. Su actual proyecto poético consiste en escribir 101 sonetos, “para superar a Pablo Neruda, que escribió 100”. De este cúmulo de versos planea publicar tres poemarios más. “También estoy trabajando –agrega– en una novela de realismo mágico y un libro de cuentos. Me gustaría publicar varios libros de cuento, poesía y novela”.

Él es Ernesto Guevara Villarreal, un preuniversitario que blande la pluma como arma poderosa y eficaz para conquistar su propio lugar en el mundo. Estoy seguro de que sus logros le auguran un importante sitial en la literatura bajacaliforniana.


Mexicali, Baja California
Junio de 2012

miércoles, 3 de marzo de 2010

Movimiento Universitario 80-81. La Otra Historia

"La nueva coordinadora es la agrupación en la que participan los que estuvieron en esta huelga que se verificó dentro de la universidad pública de Baja California, con el objeto de reconstruir los hechos".

domingo, 15 de marzo de 2009

La voz discordante en el aniversario


Ahora que Mexicali llegó oficialmente a su aniversario número 106 --y como en todas las ocasiones anteriores, la verdad--, sólo se escucharon bellezas por todas partes, palabras almibaradas, loas de agradecimiento a los chinos, a los empresarios, a los gobernantes visionarios, a los pioneros, y alguna referencia a los cucapás.

Se rememoró nuestro pasado, es cierto, lo que es sumamente importante, sobre todo para las jóvenes generaciones y para todos aquellos que han llegado a nuestra ciudad en fechas recientes. Es necesario que sepan dónde se encuentran, qué es aquí y qué ha sido de aquí.

Pero también es necesario que todos sepamos, tengamos conciencia, de lo que nos falta, de lo que hicimos mal, de lo que nos faltó por hacer, de lo que nos hemos negado a hacer. Mexicali no solo es producto del esfuerzo heroico de generaciones; es también producto de negligencias, omisiones, olvidos, traiciones, corrupciones, burlas... Todo eso forma parte de nuestro pasado y ha moldeado nuestro presente, condicionándonos el futuro.

Cierto que uno no llega a la fiesta del cumpleañero a recordarle sus fallas, sus desaciertos, sus vicios, todo lo que no ha hecho... ¡Claro que no, no sería prudente! Uno va a la fiesta a celebrar, a compartir con el agasajado la felicidad de que ha alcanzado un año más de vida, a darle gracias a Dios por todos sus logros. Ya le corresponderá al festejado, en la intimidad de su propia conciencia, hacer el recuento de lo que le falta a su vida.

Pero el aniversario de Mexicali es el anivesario de todos nosotros. Porque todos nosotros hemos hecho y estamos haciendo a Mexicali. Todos nosotros somos Mexicali. Despegarnos, entonces, de la zalamera y adornada historia oficial y hurgar en los recovecos de lo que se pretende mantener oculto, es importantísimo y muy necesario. Es nuestra obligación con esta ciudad que nos ha recibido amorosamente, a muchos desde el nacimiento y a muchos otros a partir de alguna etapa de nuestra vida.

Flaco favor hacemos si en este aniversario de Mexicali nos limitamos a cantar alabanzas al pasado. ¡Hay que agradecer, sí, por esta bendita y generosa tierra, que nos ha dado lo que tenemos, con nuestras pobrezas y riquezas, tal como lo hace el maestro Jesús López Toledo en su bello texto "Para esta tierra, todos los besos"!

Pero también hay que abrir el cuarto del fondo y sacar todas las vergüenzas que hemos acumulado ahí para nadie las mire. Debemos airearlas, orearlas, ventilar esa habitación, derrumbarla, y en un sincero y entrañable examen de conciencia revisar qué hemos hecho por Mexicali, qué hemos hecho de él y cómo queremos que sea nuestra amante y calcinante ciudad en el futuro.

Frente al corifeo de voces repetidoras de la historia oficial, surgió la voz discordante del periodista Antonio Magaña, con su columna publicada en La Crónica el viernes 13 pasado. Leámosla y que nos motive a la reflexión y a la acción:


PUNTO NORTE

El orador oficial

Antonio Magaña

Un ciudadano ejemplar, cachanilla de buena cepa, defensor del pino salado, caminante incansable, hacedor de pan, bebedor de vino, enamorado de su ciudad, escribano de oficio y cantante sin beneficio, será el orador oficial en el aniversario de Mexicali.

Mañana sábado 14, el notario 14, Arturo López Corella, pronunciará la arenga en la Plaza Centenario con motivo del centésimo sexto aniversario oficial de fundación de esta ciudad.

En su alocución evocará la tierra que lo vio nacer, la luminosidad de sus mañanas, su bermejo mar, las calles que caminó, los barrios en donde se hizo viejo, en donde conoció a las mujeres que amó, en donde, como Kavafis, está su corazón, como un cadáver, sepultado.

Pero el Notario del Desierto no dará fe de las oscuras ruinas de su ciudad. Ni dirá que bajo la administración de su entrañable sobrino, Rodolfo “Simpatías” Valdés, quien lo invitó como orador oficial esa mañana de marzo, le robaron a plena luz del día su amado carromato sacado del infierno…

En su disertación primaveral, el amanuense no querrá dar fe del estado que guardan las calles de su ciudad, con sus aceras levantadas, sus pavimentos yertos, colapsados, agrietados, sembrados de hoyancos y escabrosos baches.

No asentará en el discurso que la “super máquina maravillosa AR2000”, bautizada así por su sobrino, resultó un fraude, ni que se desvió el escaso dinero público para financiar a los dueños de ese armatoste, que en lugar de reconstruir los pavimentos, los destruyó.

No querrá mencionar esa esplendorosa mañana de marzo a Los Santorales ni a sus moradores hacinados, ni a sus muertos, ni la basura acumulada, tanta como su miseria; ni a los perros callejeros llenos de sarna y garrapatas, ni la falta de drenaje y pavimento en esos lugares marginados.

Como orador oficial no querrá recordar al candidato del “Pa’ servir a asté”, mitad Cantinflas mitad María Mercedes, que no cumplió sus promesas de campaña, que no construyó “las grandes obras” a las que se comprometió; que esquilmó a las proxenetas, a los usuarios del transporte público y a los vendedores ambulantes.

Mañana, 14 de marzo, el notario 14 no dirá nada sobre el abandono que padece la ciudad en la que encaneció; ni de la falta de tratamiento de la basura, ni del descuido en el que se encuentra su mercado municipal, sus calles, parques, jardines y los panteones en donde reposan sus muertos.

El orador oficial no hará ningún comentario sobre la indolencia e ineptitud de quien gobierna. De quienes pavimentan una avenida y luego la rompen para meter la tubería.

Mañana, el Notario del Desierto, nostálgico, frente su amadísimo sobrino, citará citas citables y en su discurso, lleno de añoranzas, encumbrará a su tierra, aún fecunda, a pesar de quien gobierna…


Y leyendo la nota informativa que publicó La Crónica hoy domingo sobre el discurso del orador oficial López Corella, en efecto no se encuentra en ella ningún rastro crítico y autocrítico de lo que hemos hecho de Mexicali. Sin embargo, el notario sí reconoció que este aniversario de nuestra ciudad se celebró "en medio de insoslayables dificultades que la presente generación no había experimentado".

Expresó: "Un aniversario es intrascendente, ocioso, si no deriva en compromisos personales, individuales y colectivos". E hizo --según la nota firmada por la reportera Magdalena López-- "un llamado a erigir un monumento de civismo, de compromisos y de amor por Mexicali":

Un aluvión de acciones individuales y colectivas que constituyan la sinergia nutriente de nuestro Mexicali, el Mexicali que no se rinde, el avanzado, orgulloso, el Mexicali del futuro, el Mexicali del siglo XXI, el Mexicali que queremos...

El Mexicali, agrego yo, que todos soñamos pero que aún no empezamos a construir.

La columna de Antonio Magaña fue obtenido el 15 de marzo de 2009 de: http://www.lacronica.com/EdicionDigital/EdicionImpresa.aspx?Fecha=2009/03/13