REVISTA DE POR ACÁ

Con el objetivo de mostrar la cultura regional en todos sus aspectos, apareció en su segunda época en 2007, en formato electrónico.

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jueves, 13 de septiembre de 2012

Ernesto Guevara: la tradición literaria y el tesón


Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar


Durante mi desempeño como profesor en los niveles de secundaria y preparatoria, de cuando en cuando me he encontrado con algún alumno que disfruta realmente de leer y escribir. He conocido a bastantes adolescentes con grandes habilidades para la creación literaria y la redacción de diversos tipos de texto; pero es muy lamentable que la gran mayoría de ellos subvaloran (o subvaloraban) esa maestría suya en el manejo de la pluma. Sin embargo –y aquí hay una excelente noticia–, no es éste último el caso de Ernesto Guevara Villarreal (Mexicali, 3 de septiembre de 1994).

Sentí un gran gusto la primera vez que estuve frente a un texto suyo, hace poco menos de un año. Era un cuento que me pidió que leyera. Supuse que esperaba también que le hiciera observaciones para corregirlo y mejorarlo, y procedí de ese modo… Durante varios días solo recibí silencio de su parte; ignoro la causa. Pero una tarde aproveché para preguntarle acerca de su obra escrita, y logré romper el hielo. Me mostró entonces un fragmento de su archivo, que hojeé con gran deleite; le elogié en ese momento –merecidamente– su gran destreza para manejar el lenguaje, y descubrí otra de sus muchas cualidades: la humildad para aceptar la crítica.

En las semanas y meses siguientes me brindó la oportunidad de acompañarlo un poco en su proceso creativo: un nuevo cuento, dos guiones teatrales y más de veinte sonetos, algunos de los cuales están recopilados en el presente poemario.

Para su narrativa, investigó acerca de la historia colonial de México, y dio forma al “Diario de un español incomprendido”. En la dramaturgia tuvo un importante fruto cuando sus compañeros de cuarto semestre de bachillerato decidieron montar una de sus obras (Versos malditos, escrita en coautoría con Alexis Medina), y lo nombraron director de la puesta en escena. En cuanto a la lírica, decidió hacer frente al reto de la métrica, la rima y el ritmo; descubrió que un poema, a pesar de ser breve, puede representar una gran complejidad, pero no se rindió. Y se lanzó a la búsqueda incesante de la palabra precisa, del acomodo adecuado de los acentos, de la similitud fonética entre los vocablos…

Contrario a la mayoría de los jóvenes de su edad, que centran en la pareja la temática de sus composiciones, Ernesto amplía sus fuentes de inspiración. Lo mismo escribe, sí, del desencuentro amoroso y de la pasión, que de una corrida de toros o del paisaje mexicalense; o retoma un discurso del Subcomandante Marcos para mostrar también él sus propias preocupaciones sociales. “Me gusta la poesía que sale del típico tema de amor”, me dijo en una entrevista virtual que le hice. Y me confió: “La poesía contemporánea en general no me gusta mucho”.

Lector incansable de narrativa (sus autores favoritos son Conan Doyle, Ruiz Zafón y Verne) y poesía (Bécquer, su preferido), recuerda que se inició “desde muy chico, creo que influenciado por mi familia, por ser el hermano menor de cinco y verlos leer; supongo que quería ver de qué se trataba”. En cuanto a su creación a través de las letras cuenta: “Siempre cuando me pedían en la escuela que escribiera algo lo hacía con mucho gusto, pero no salía de mí escribir, tenían que pedírmelo. Creo que fue hasta que ingresé a la paraescolar de Expresión Literaria, en mi primer semestre de preparatoria, cuando despertó un mayor interés a la escritura, pues ya desde entonces no he dejado de escribir”.

Este joven autor mexicalense sigue el camino recorrido por otros que a su misma edad ya prefiguraban una fructífera carrera literaria en nuestra ciudad. Y ha sido de gran influencia en su formación un ambiente del que han abrevado otros creadores cachanillas (poetas, narradores, dramaturgos, algunos hoy de renombre internacional): el Instituto Salvatierra, colegio de gran tradición en la capital bajacaliforniana. Ahí forma parte del grupo Crónicas de los Extraños, coordinado por la maestra Miriam Ibarra Páez.

Y representando dignamente a su escuela, obtuvo una mención honorífica en el “IX Concurso Estatal Intercobach de Cuentos en el Marco del 30 Aniversario de COBACH”, con su obra “La lombriz y su inquilino” (diciembre del 2011). Poco después (febrero de 2012) conquistó el primer lugar en el concurso interno de poesía de su preparatoria, con el texto “Soliloquio del insurgente”.

Ernesto sabe muy bien de su capacidad, pero tampoco pierde de vista que es necesario seguir aprendiendo. Y no tiene duda alguna de que el trabajo constante e incansable es la base de la solidez profesional. Su actual proyecto poético consiste en escribir 101 sonetos, “para superar a Pablo Neruda, que escribió 100”. De este cúmulo de versos planea publicar tres poemarios más. “También estoy trabajando –agrega– en una novela de realismo mágico y un libro de cuentos. Me gustaría publicar varios libros de cuento, poesía y novela”.

Él es Ernesto Guevara Villarreal, un preuniversitario que blande la pluma como arma poderosa y eficaz para conquistar su propio lugar en el mundo. Estoy seguro de que sus logros le auguran un importante sitial en la literatura bajacaliforniana.


Mexicali, Baja California
Junio de 2012

1 comentario:

  1. He tenido la fortuna de comunicarme y entrevistar a este muchacho y me da gusto comprobar que lo poco que se de él en definitiva no esta erróneo.

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