REVISTA DE POR ACÁ

Con el objetivo de mostrar la cultura regional en todos sus aspectos, apareció en su segunda época en 2007, en formato electrónico.

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domingo, 20 de enero de 2013

Yolanda Sánchez Ogás: deuda saldada

La profesora Yolanda Sánchez Ogás con doña Petra Pérez
Hernández, quien fue esposa del líder agrarista Hipólito
Rentería.
Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar



Pasado el centenario de Mexicali, se suceden las celebraciones. Ahora corresponde a la siembra del algodón, ocurrida por primera vez en 1912. El cultivo que llegó a ser tan valioso entre los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, y que incluso por esa razón recibió el mote de “oro blanco”, cumple sus primeras diez décadas en estas abrasantes tierras.

El valle de Mexicali se convirtió en una gran pasión para Yolanda Sánchez Ogás. Lo recorre a menudo, lo conoce palmo a palmo, disfruta enormemente con la compañía de su gente, y sobre todo se sumerge con gran placer en el estudio de su pasado.

Las primeras semillas de esa inquietud se sembraron en ella desde que cursaba estudios en la Escuela Normal Fronteriza. Recuerda que a los alumnos los llevaban cada 27 de enero a la fiesta del ejido Michoacán de Ocampo, sin que les explicaran el origen ni el significado de tal conmemoración. Pero en el espíritu inquisidor de Yolanda las dudas no permanecen por mucho tiempo.

Ya dentro del Museo Hombre, Naturaleza y Cultura, del Gobierno del Estado, allá por 1983, por iniciativa propia decidió conocer la historia detrás del Día del Ejido y la festividad de esa fecha. Y ahí cambió su propia biografía. Siguieron años de investigación, de recopilación de evidencias, de conversaciones con sobrevivientes de la gesta agraria y pioneros de los poblados del valle. 

Su objetivo fue el ejido Michoacán de Ocampo, centro de gravedad porque el dirigente Hipólito Rentería y varios de sus compañeros habían fincado ahí su domicilio. Tras varios años de trabajar en el lugar, Sánchez Ogás motivó a los pobladores para que convirtieran en museo la vieja escuela primaria, que estaban a punto de demoler. Con la participación entusiasta de todos y el apoyo estatal, el 24 de octubre de 1989 abrió sus puertas el que llegaría a ser todo un centro cultural y destino de innumerables recorridos escolares.

La viuda del prócer Rentería Guillén jugó un papel fundamental en todo este proceso. Pero  antes Yolanda debió vencer su desconfianza. Doña Petra —como tanta gente— estaba harta del gobierno, y no quiso recibir a la profesora al saber que prestaba sus servicios al museo estatal. Pero tras un segundo, un tercer intento, Sánchez Ogás superó ese obstáculo, y así empezó entre ambas la que sería una profunda amistad de 17 años.
 
Después de muchas horas de amena plática se dio forma al libro Para seguir accionando (1990), poética autobiografía de doña Petra Pérez Hernández que conduce al lector de la mano por el Mexicali de los años treinta, le muestra el asalto a las tierras desde la perspectiva comparsa de una joven mujer y le presenta la vida comunitaria ejidal en su primera época.

En ese inicio de la década de los noventa, Sánchez Ogás ya se había convertido en una referencia obligada para quien quisiera conocer sobre el asalto a las tierras. Cuando desde el naciente diario La Crónica me propuse investigar acerca de la participación femenina en el movimiento agrario, necesariamente acudí ante ella. De inmediato desbarató el plan de mi reportaje, al explicarme cómo esa lucha de 1937 fue enteramente masculina, con la mujer actuando en segundo plano junto a sus hermanos, padres, esposos; y al poner en su justa dimensión a Felipa Velázquez, a quien erróneamente considerábamos la heroína de esa historia.

Y ha sido, durante años, labor incansable de la profesora el dar a conocer, por todos los medios posibles y en todos los foros a los que se le invita, qué fue lo que ocurrió en el valle de Mexicali en las primeras cuatro décadas del siglo XX. No ha cejado de investigar, tanto en libros como en archivos, además de proseguir con el rescate de las historias orales que habían permanecido expectantes. Conferencias, artículos para la prensa, ponencias en simposios, folletos, y, recientemente, chateos… Sin embargo, me parece que lo que más ha disfrutado Yolanda en estos más de veinte años han sido los recorridos en que ha guiado a niños y maestros por el museo comunitario, narrándoles y explicándoles todo el esfuerzo realizado por esos hombres valerosos que, conscientes de que arriesgaban su propia vida, se enfrentaron a la poderosa Colorado River Land Company y lograron mexicanizar el valle de Mexicali.

Hoy, Sánchez Ogás pretende saldar la que consideraba una deuda con ésta su tierra natal y con las personas que amablemente abrieron para ella sus arcones de recuerdos. Y el saldo lo cubre con creces. Nos entrega una nueva obra sobre el asalto a las tierras de 1937.

Pero en las páginas que siguen la profesora no se repite a sí misma. No trae a nosotros una mera reedición de escritos anteriores sobre el tema. No. Ya líneas arriba comenté que en todo este tiempo no ha cesado en su investigación.

Tomando como pretexto la siembra de las primeras quince pacas de algodón en el valle de Mexicali, en 1912 (por el estadounidense Joe Sherman, en hectáreas ubicadas donde seis años después se fundaría la colonia Zaragoza, al oeste de la capital del estado), la autora nos habla de los japoneses y los indostanos, grupos étnicos que, junto a los chinos, tomaron parte en el cultivo de esta región. Aclara además las diferencias entre el movimiento de 1930 y el de 1937, explicando que en el primer caso los manifestantes eran sindicatos campesinos que deseaban mejorar sus condiciones de trabajo, y en el segundo solicitantes de tierras que querían hacer valer el artículo 27 constitucional.

Nos cuenta también de la Cruz Roja Campesina; enfatiza en la difícil situación que se vivía en el valle de Mexicali como consecuencia de la crisis económica de 1929; nos habla sobre las colonias mexicanas que existían en el latifundio de la Colorado; hace mención de la propuesta del diputado californiano Charles Kramer, de que Estados Unidos comprara la península de Baja California…

Y nos presenta cómo nació la vida ejidal en el valle de Mexicali: el papel del gobernador Rodolfo Sánchez Taboada, la formación del Michoacán de Ocampo, las dificultades que tuvo que sortear esta organización de producción comunal. Destaca la vida de Hipólito Rentería, antes y después del 37; dedica un apartado a la fiesta del 27 de enero; escribe luego acerca de la labor de las mujeres dentro de sus comunidades y de la valiosa aportación de las escuelas rurales; recupera algunos corridos agraristas…

Fiel a su estilo, Sánchez Ogás estructura una narración amena, en la que da suma importancia a los testimonios de quienes participaron en los sucesos que relata. Porque el valle de Mexicali fue recuperado para México gracias al esfuerzo colectivo, y porque ella reconoce en cada suceso histórico ese esfuerzo individual que se amalgama con otros esfuerzos para transformar la vida social.

Es ésta, pues, obra trascendente para el conocimiento del pasado mexicalense. Yolanda Sánchez Ogás ya no debe nada, aunque seguramente seguirá aportando muchísimo más.


Mexicali, Baja California. Julio de 2012.