REVISTA DE POR ACÁ

Con el objetivo de mostrar la cultura regional en todos sus aspectos, apareció en su segunda época en 2007, en formato electrónico.

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martes, 17 de febrero de 2009

"¿Y creen que tienen derecho a estudiar?"



Es una de las pocas voces críticas que aún quedan al interior de la UABC, el catedrático de la Facultad de Derecho Daniel Solorio Ramírez. Cuando al parecer otras conciencias se han cansado o han sido acalladas, el también exsecretario general de nuestra máxima casa de estudios y exdirector de su facultad se ha mantenido como cuchillito de palo poniendo el dedo en la llaga.

Y como toda voz crítica en un ambiente autoritario como el que padecemos, recibe pocas adhesiones. No es sencillo manifestar públicamente simpatías con sus posturas, que significan frecuentemente un abierto enfrentamiento con las fuerzas que se apoderaron de nuestra universidad hace varios lustros.

Crítico de la bufonada que es en verdad el proceso de sucesión rectoral –que conoce bastante bien, pues en dos ocasiones él participó en dicho proceso--, de la tomadura de pelo que significa toda esa campaña que nos quiere hacer creer que la UABC es lo máximo habido y por haber entre las universidades estatales de México --¿cómo estarán las otras universidades?, pregunto yo--, con frecuencia que espeluzna, pero que es necesaria, nos da cuenta de lo que verdaderamente ocurre en esta institución, con su conocimiento de vivir los hechos desde dentro.

Hace algunos meses denunció cómo la sucesión directiva en la Facultad de Derecho se realizó de una manera indigna, con la toma de posesión de un director interino hecha casi a escondidas. Y exigió al rector Gabriel Estrella Valenzuela que se diera marcha atrás, pues –argumentaba—ni la directora saliente ni el interino merecían ese trato.

Hoy nos informa que el amparo promovido por jóvenes a quienes se les negó la inscripción –no obstante haber obtenido buenos resultados en el examen de admisión—fue negado por dos de los tres magistrados del Cuarto Tribunal Colegiado de Circuito, después de –según dice en su artículo publicado este día en La Crónica—toda una campaña de los jueces del Tribunal Universitario de la UABC para que no se les concediera la protección jurídica que solicitaban.

Espero que la historia no termine con este episodio, aunque en su texto el abogado de los jóvenes –el mismo Solorio Ramírez, claro—no informa si se apelará esta decisión de los jueces Faustino Cervantes y Aguilar Santibáñez. Esperemos que sea factible efectuar todavía una apelación y estos jóvenes lo hagan.


Las "causas perdidas"

En su columna “Punto Norte” publicada en La Crónica el 8 de septiembre del año pasado, el periodista Antonio Magaña resume así la primera parte de esta historia:

Trece jóvenes rechazados, quienes obtuvieron más de 4 mil puntos en el examen y cumplieron con todos los requisitos del proceso de selección, recurrieron ante el licenciado Solorio para que les ayudara a promover una demanda de nulidad ante el Tribunal Universitario, porque no fueron admitidos por la autoridad universitaria.

Y así, el maestro Solorio inició otro de esos infrecuentes pleitos ante ese Tribunal que nació con la Ley Orgánica de la UABC, en 1957, pero entró en funcionamiento hace poco más de un año y cuyo propósito es tutelar los derechos de los alumnos ante las autoridades universitarias cuando sean vulnerados sus derechos.

El pasado 15 de agosto, el Tribunal decidió que esa demanda es “notoriamente improcedente”, porque consideró que “los promoventes no tienen la condición de alumnos de la Universidad Autónoma de Baja California”, requisito sine qua non para que estuvieran legitimados para iniciar el juicio en contra de varias autoridades universitarias.

Expone el periodista que Solorio Ramírez:

sostiene que cientos de jóvenes que obtuvieron una buena puntación en el examen de admisión, “no fueron rechazados desde la perspectiva de los derechos, sino desde la perspectiva de la infraestructura, de los edificios, muebles, mesabancos, instalaciones y falta de profesores en la UABC”.

Es decir, para el abogado el derecho a la educación de los jóvenes está siendo vulnerado por cuestiones meramente presupuestales, administrativas. Tras un escritorio, pues, se toma la decisión de dañar el futuro, las esperanzas, las ilusiones de los trece estudiantes a quienes él ha representado, y junto con ellos de los miles que año con año se quedan sin poderse inscribir en nuestra universidad.

Qué lástima que los medios de comunicación que están tan al pendiente de los profesores de educación básica que no acuden un día a dar clases, cierran sus ojos ante estas realidades de la educación superior –la UABC es intocable para la mayoría de nuestros periodistas-- que sí destruyen proyectos de vida y arruinan a una persona, a familias enteras, sus pretensiones de mejorar sus condiciones de vida a través de la preparación profesional.

Pero afortunados somos de contar con personas de gran preocupación y compromiso social, como el abogado Daniel Solorio Ramírez, quien, a pesar de ser para muchos un “defensor de causas perdidas”, está dispuesto en todo momento a dar la batalla por la justicia.

No podemos negar ya que nuestra universidad necesita una buena sacudida, una amplia oreada que ventile sus procedimientos, que ponga sus reglamentaciones acordes con la realidad que estamos viviendo hoy día, que se convierta en verdad en el motor que necesita Baja California para incorporar a nuestros jóvenes no solamente al mundo de la maquila, sino al mundo del desarrollo social, económico y político. Que deje ya de formar borregos –“cimarrones”, les dice—y en su lugar forme seres críticos y constructivos para lograr una sociedad mejor.

Éste es el artículo publicado hoy por el maestro Daniel Solorio Ramírez:
Tribunal Universitario, una victoria pírrica

1.- Introducción.-

Nuestro Tribunal Universitario ha logrado una resonante victoria. Pírrica pues, pero victoria al fin. Sus jueces derrotaron a doce atrevidos e ilusos estudiantes que pidieron ser escuchados en justicia. Pero al parecer esos jueces no están ahí para algo que tenga que ver con la justicia. Pareciera una ironía. No lo es. Es una lacerante realidad.


2. Los estudiantes.

Doce jovencitos que frisan los 18 años afirman tener derecho a que la UABC les considera alumnos porque obtuvieron en su examen de admisión un puntaje suficiente.

Sostienen que su rechazo viola su derecho fundamental a la educación. Y por eso acudieron ante los jueces universitarios.

Nunca imaginaron la reacción de esos juzgadores. Fue inusitada, extravagante. Lejos de escucharles creyeron ver en aquellos mozuelos (y en su abogado) una conspiración para dinamitar a la UABC. No pasarán, dijeron al unísono. Lamentable por donde se le vea.


3. El Tribunal Universitario.

Los rectores Mungaray y Estrella establecieron el Tribunal e hicieron elegir jueces a Luz Mercedes López, Miguel Gárate Velarde y Francisco Javier Pereda Ayala. Tres dignos, respetados y acreditados académicos cuya elección despertó grandes expectativas.

Pero rápidamente ellos probaron que no está en su ánimo juzgar a la luz del Derecho los actos de las autoridades universitarias. Esperaban puros asuntos, chiquitos, intrascendentes, facilitos: Coscorronear a un profesor inexperto, conceder derecho a un examen, levantar la suspensión de un estudiante trasnochado. Pero nada que genere nuevos comportamientos institucionales. Nada que tienda a ni corregir procedimientos viciados o pudiera incomodar la modorra institucional.

Por eso vieron con gran desconfianza las demandas de aquellos muchachitos. No vienen a pedir justicia, sino a desestabilizar a la UABC, imaginaron.

¿Cómo sostienen ser alumnos sólo porque lo dice el Derecho? Eso no lo permitiremos. Y se convirtieron en la contraparte de aquellos imberbes. Inverosímil.


4. No pasarán.

Las políticas de admisión de la UABC son infalibles y nadie tiene derecho a enjuciarlas, dijeron los jueces en coro.

Algo ominoso, grave y riesgoso se esconde tras esas caritas inocentes. Son lobos con piel de oveja. Y de su abogado ni qué decir. Su malevolencia es proverbial. Y decididos a defender las políticas de la administración declararon la guerra a tan audaces jovencitos.

¡¡¡No pasarán!!! dijeron al unísono. Y así diciendo, en sesión plenaria desecharon de plano la demanda. Eso suena elegante, pero sólo es un portazo en la nariz. Eso les dieron.


5. Y la batalla sigue.

Desconcertados, los audaces jovencitos no se daban por vencidos y al igual que cualquier mexicano que todavía cree en las instituciones, pidieron amparo. No podían suponer que sus jueces pelearían con todo por su heroico desechamiento de plano.

Como si en ello les fuera la vida, los jueces cabildearon intensamente ante los magistrados del Cuarto Tribunal Colegiado de Circuito. Les hicieron creer que el caso era muy peligroso. Que si un amparo les obligaba a escuchar en juicio a esos jovencitos, sobrevendría el caos. Sentaría un nefasto precedente porque las autoridades de la UABC son infalibles.

Sus actos no pueden ser juzgados por el Derecho; quien diga lo contrario viene manipulado por las fuerzas del mal. No merece ni siquiera garantía de audiencia.


6. La sentencia de amparo.

Y dos magistrados federales se tragaron la píldora. Con un honroso voto en contra del magistrado Aguilar Moya, los magistrados Faustino Cervantes y Aguilar Santibáñez declararon vencedores a nuestros jueces universitarios. Se les pasó la mano. Mataron de más, dicen los jugadores profesionales. De los aspectos jurídicos del caso hay mucho qué decir. Mucho de interés público, desde luego.


Texto obtenido de:
http://www.lacronica.com/edicionimpresa/Hoy/General/617097.asp

La columna de Antonio Magaña citada aquí puede obtenerse en:
http://www.lacronica.com/EdicionImpresa/EjemplaresAnteriores/BusquedaEjemplares.asp?numnota=590176&fecha=08/09/2008

3 comentarios:

  1. Saludos, me parece muy interesante su articulo asi que lo posteare entre las noticias de mi blog de analisis politico.

    Saludos y muchas gracias por todo.

    http://lavidaenelexilio.blogspot.com

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  2. Saludos, me gusto mucho esta nota y la voy a postear en mi blog, estamos en contacto..

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  3. asi es estos jueces nos siguen dando batalla, soy una de los 13 jóvenes que pidieron el derecho a audiencia, y como tal les digo que no nos daremos por vencidos, por que las ganas de estudiar continuan, y este año les demostraremos de que estamo hechos... de igual forma muchas gracias por la batalla, lo que no mata hace más fuerte!


    Elisa Alejandra Núñez Gálvez

    alumna rechazada por los jueces de la UABC

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